Castillo de Hluboká: nobles caprichos
El objetivo de la princesa María Eleonora de Liechtenstein y su esposo el príncipe Johann Adolf II de Schwarzenberg era dejar boquiabiertos a sus invitados con la exquisita decoración y los lujos de su castillo de Hluboká, en Bohemia del Sur. Y vaya que lo consiguieron: hasta el día de hoy su belleza sigue surtiendo efecto en los miles de visitantes del llamado “Windsor checo”.
Por: Jess Garbarino
Publicado: Septiembre 13, 2019
Cualquier princesa que se precie debe tener sus caprichos y Eleonora de Schwarzenberg no sería la excepción: luego de conocer el célebre castillo británico de Windsor, decidió que merecía algo similar entre sus propiedades. Así se convirtió en la responsable del actual aspecto del castillo de Hluboká, de estilo romántico neogótico. Rodeado, además, de bellos jardines, el palacio ubicado a once kilómetros de České Budějovice es un imán para los viajeros de todo el mundo, que llegan a recorrer sus salones movidos por la curiosidad, luego de escuchar hablar sobre sus muchos encantos.
Un pozo del medioevo
La palabra hlubloká en checo significa “profundo”, de modo que el castillo recibe su nombre de un pozo de 190 metros de profundidad, del que se extraía agua en las primeras versiones de la construcción, pero que quedó oculto bajo el vestíbulo del actual edificio.
El palacio comenzó a levantarse a mediados del siglo XIII en estilo gótico, para funcionar como castillo real de Přemysl Otakar II. Pero a lo largo de sus 700 años de historia ha tenido 26 dueños y ha sido objeto de tres grandes remodelaciones.
A fines del siglo XVI, Lord de Hradec lo remodeló en estilo renacentista. Pero fue hasta 1661 que la poderosa y muy rica familia Schwarzenberg adquirió la propiedad, que conservó hasta 1939, cuando debieron escapar a Estados Unidos perseguidos por el régimen nazi (en 1947 el castillo pasó a manos del estado checo).
A lo largo de los casi tres siglos que estuvo en manos de los Schwarzenberg cambió su aspecto en dos ocasiones: primero fue acondicionado en estilo barroco en el siglo XVIII, mientras que su aspecto actual se lo confirió la princesa Eleonora entre los años 1840 y 1871, quien le encomendó los trabajos primero al arquitecto vienés Franz Beer y, luego de que muriera, a Damasius Deworetzky, encargado más que nada de los interiores del palacio. El resultado fue el lujosísimo castillo de estilo romántico neogótico de 140 habitaciones, una capilla, once torres (la más alta de 60 metros), un gran jardín de invierno, una sala de equitación y un enorme parque repleto de flores, que hoy está abierto al público y se puede visitar.
Las cualidades de la princesa
Los relatos de la época aseguran que la princesa Eleonora, además de ser muy bella –como es posible comprobar en los retratos que se pintaron–, era una mujer inteligente, de gran temperamento y emancipada. De hecho, ella adoraba estar involucrada en asuntos políticos, mientras su marido prefería la bucólica vida campestre. Eleonora dedicó 30 años de su vida y buena parte de su fortuna para convertir Hluboká en el castillo más sorprendente, algo que incluía echar mano de la última tecnología: así fue como resultó ser el primer castillo de Bohemia en contar con electricidad.
En la actualidad, el castillo ofrece distintos recorridos en varios idiomas que permiten visitar los salones lujosamente decorados con tallas de madera, pinturas, espejos, candelabros, muebles y tapices. El excelente estado de conservación hace que se tenga la sensación de que por allí no ha pasado el tiempo. La visita incluye también varias habitaciones privadas, la cocina y la gran biblioteca, que alberga 12 mil libros escritos en cinco lenguas, además de permitir apreciar la gran colección de armas de la familia.
Al final de la visita, quien se reconozca verdaderamente sorprendido deberá admitir que la princesa Eleonora y su esposo Johann realmente lograron su cometido.