Praga : Viaje del desamor a la pasión
Te reconozco que mi relación con la ciudad de Praga ha sido un viaje del desamor a la pasión. Me explico.
Por: Colaborador invitado
Publicado: Mayo 31, 2017
En uno de mis primeros viajes por Europa en coche, allá por principios de los 80, fui a Budapest y recorrí Hungría. Eran los tiempos de los aún estrictos regímenes comunistas. En dicho viaje quise visitar la cercana Praga, pero al solicitar el entonces imprescindible visado cometí un error: indiqué que mi profesión era periodista. No sabía que periodistas, curas y militares tenían el acceso vedado a dicho país. Decidí olvidarme de la entonces Checoslovaquia.
Muchos años después, en concreto en agosto de 2008, cuando Praga era la capital de una República Checa plenamente integrada en la Europa occidental, quise visitarla para resarcirme de aquel desencuentro inicial. Y aquí empieza la historia de pasión.
Cuando como blogger de viajes en charlas o entrevistas me preguntan por mis ciudades favoritas en Europa, siempre cito a Praga. Incluso a veces se sorprenden que lo haga dándola prioridad a otras ciudades como París, Londres o Berlín. Pero es que Praga tiene un halo diferente. Es, con todas sus ventajas, una gran capital, si, pero a la vez es "de cuento".
Praga es una ciudad que puedes recorrer sin necesidad de utilizar transporte público. Es una ciudad para andar y perderte, por ejemplo, por las estrechas calles de su antigua ciudad medieval, las cuales te conducen a una de las plazas más bonitas que he visto nunca, la plaza de la Ciudad Vieja. De sus monumentos mi favorito es el Templo de Týn, que majestuoso en segundo plano se yergue sobre las preciosas fachadas de la plaza. Momentos también sublimes son pasar bajos las antiguas puertas medievales de estilo gótico que persisten en el centro histórico. Como la Torre de la Pólvora, que contrasta con el precioso edificio art noveau de la Casa Municipal (no dejes de entrar en su cafetería). O cruzar bajo la Torre de la Ciudad Vieja que te da acceso al famoso Puente de Praga. Si, a ciertas horas tiene un ambiente turístico que puede resultar agobiante...pero se explica por las preciosas vistas que tienes de la ciudad a ambas orillas del río Moldava. Cruzar este histórico puente peatonal es una invitación a subir al recinto fortificado del Castillo de Praga, el cual concentra algunos de los más importantes monumentos de la ciudad.
Antes has de pasear por el Barrio de Malá Strana, donde encuentras retazos de otras épocas de la historia de Praga. Ahí tienes la imponente iglesia barroca de San Nicolás, en la preciosa plaza de Malá Strana. Y no lejos, la iglesia del Niño Jesús de Praga, uno de los rincones más venerados en un país donde el ateismo es casi la "religión oficial". Y junto al río, el Muro de John Lennon, un canto de la juventud checa a la libertad y el pacifismo en la época del régimen comunista.
Subirás al castillo de Praga por la calle Nerudova entre edificios palaciegos que albergan diversas embajadas. El castillo en realidad no es como te imaginas una castillo, sino que se trata de un conjunto de edificios y monumentos agrupados en el interior de una gran fortificación. Necesitarás tiempo para pasearlo. Ahí tienes el gran edificio gótico de la catedral de Praga, o el Palacio Real, o la Basílica y monasterio de San Jorge. Pero también encuentras rincones con especial encanto, como el denominado Callejón de Oro. Y, asimismo, puedes hacer coincidir tu visita con el Cambio de Guardia que tiene lugar en el patio principal a las 12 del mediodia. En tu recorrido no debe faltar un paseo por los jardines que rodean el recinto del Castillo de Praga, desde donde tienes unas excelentes vistas panorámicas de la ciudad.
Si quieres ver la famosa panorámica de la sucesión de puentes que cruzan el río Moldava, debes acercarte al parque Letná. Dos rincones que debes apuntarte también para tu visita de Praga son el antiguo Barrio Judío, donde no debes perderte el histórico cementerio así como alguna de sus sinagogas.
Y como propuesta innovadora, la curiosa Casa Danzante que diseñó el prestigioso arquitecto Frank Gehry, que puedes ver junto al río, en el barrio de la ciudad nueva Nové Město.
Praga no solo es monumentos, sino también una ciudad de gran ambiente. Lo encontrarás cuando te tomes una típica y deliciosa cerveza checa o comas en alguno de los restaurantes de la plaza de la Ciudad Vieja o de las calles que discurren a ambas orillas del Moldava. Pero Praga también es cultura y es música clásica, por lo que mi consejo es que reserves una para asistir a un concierto.
Vas a encontrar una gran oferta, desde prestigiosas orquestas en grandes auditorios como la Sala Smetana de la Casa Municipal o Teatro Estatal, o más sencillos conciertos de cámara con programa diario en diversas iglesias. Y si lo prefieres, te recuerdo que Praga es la capital del original Teatro Negro checo.
Además, si tienes suficientes días para tu viaje, vale la pena hacer una excursión por sus alrededores. Por ejemplo, al castillo medieval de Karlštejn, que está muy cerca de la capital checa, y el cual espera para tu visita desde su imponente emplazamiento. Es una de las más sencillas excursiones, y a donde puedes llegar en tren en apenas tres cuartos de hora.
Algo más lejos tienes Kutná Hora, pequeña ciudad medieval declarada Patrimonio de la Humanidad por su catedral gótica de Santa Bárbara, y a la que llegas en hora y media. Pero posiblemente Kutná Hora tiene más fama por un curioso e inquietante rincón, la Capilla de los Huesos. En realidad se trata de un osario donde no solo se agolpan miles de huesos humanos, sino que se han utilizado para decorarla por completo.
En suma, me atrevo a pronosticar que en tu viaje a Praga iniciarás también una historia de amor y pasión por la capital checa.
José Luis Sarralde es periodista y, en la actualidad, creador del blog de viajes Guías Viajar y uno de los fundadores de de la agrupación de bloggers de viajes Travel Inspirers.
Más información: Guías-Viajar