Terezín: la memoria necesaria
Tomar conciencia de las grandes atrocidades de la historia y sensibilizarse sobre sus consecuencias es el primer paso para tener en claro porqué no deben repetirse. Así, la visita al antiguo campo de concentración nazi y el gueto de Terezín resulta tan conmovedora como imprescindible.
Por: Jess Garbarino
Publicado: Diciembre 06, 2017
Desde que llegas a tu cita para tomar el tour que te llevará a Terezín, sabes que ese será un día de emociones intensas. Los 62 kilómetros que separan a la ciudad de Praga del antiguo campo de concentración nazi y el gueto sirven también para adentrarse en la historia de uno de los rincones con recuerdos más tristes en Chequia.
La fortaleza de Terezín fue construida a fines del siglo XVIII, por orden del emperador austríaco Joseph II, y el plan era que formara parte de un sistema de defensa que nunca se llevó a cabo. Terezín (también conocida como Theresienstadt) tomó su nombre de la madre del emperador, María Teresa de Austria, quien reinó entre 1740 y 1780.
Los años terribles
Durante el siglo XIX, la fortaleza fue utilizada como cárcel donde se enceraba a prisioneros políticos. El preso más célebre de aquellos años fue Gavrilo Princip, asesino del archiduque Franz Ferdinand de Austria y su esposa, cuyo crimen fue uno de los detonadores de la Primera Guerra Mundial.
A mediados de 1940, la Gestapo tomó el control de la fortificación y convirtió en cárcel a la llamada “Pequeña Fortaleza”, mientras que al año siguiente la ciudad de Terezín o “Gran Fortaleza” pasó a ser un gueto judío amurallado.
Así, ubicada muy cerca de la frontera con Alemania, la fortaleza de Terezín se convirtió en un campo de concentración nazi, que funcionaba como lugar de tránsito hacia los campos de exterminio ubicados en el este. Aunque, las condiciones de vida allí eran tan duras (hacinamiento, hambre, enfermedades) que cerca de 33 mil prisioneros no lograron sobrevivir.
Las presiones internacionales del gobierno de Dinamarca, dado que 476 judíos de esa nacionalidad habían sido deportados a Terezín en 1943, hizo que los nazis decidieran convertir ese campo de concentración en un campo modelo o de propaganda, que permitiera engañar a la opinión pública internacional sobre lo que en realidad estaba ocurriendo. Incluso, en 1944 se autorizó una inspección de la Cruz Roja, para lo cual se montó una gran escenografía donde se buscaba demostrar que en Terezín los judíos llevaban una vida de lo más apacible. Hasta filmaron una película llamada El führer les regala un pueblo a los judíos, donde se representaba esta idea de la ciudad vacacional. Pero tanto el director como el equipo de rodaje y todos los entrevistados, al terminar su trabajo fueron enviados a Auschwitz para ser asesinados en las cámaras de gas.
Los números del horror
Según se pudo constatar en los registros de la época, unos 144 mil judíos fueron enviados a Terezín. Unos 33 mil prisioneros murieron en este campo de concentración, mayoritariamente por hambre o enfermedades. Unas 88 mil personas fueron trasladadas a Auschwitz y otros campos de exterminio. Al finalizar la guerra, en 1945, sólo se encontraron allí 17 mil sobrevivientes. Unos 15 mil niños pasaron por Terezín, de los cuales sólo salvaron la vida 93.
Recorrido en tres tiempos
El recorrido empieza frente al Cementerio Nacional que está justo antes de la entrada a la Pequeña Fortaleza. Allí, una gran cruz (en homenaje a los presos políticos no judíos) y una estrella de David sobresalen en un campo muy verde, plagado de hileras de tumbas que conmemoran a las víctimas de la Gestapo en la prisión, en el gueto y en el campo de concentración de Litoměřice.
Ya dentro de la Pequeña Fortaleza, el guía te conduce por la entrada principal, hacia la zona administrativa de la prisión. Luego, una puerta coronada con la frase “El trabajo libera” da paso a la zona de la cárcel propiamente dicha. Allí se pueden ver los cuartos de aislamiento, las sobrecogedoras barracas donde hacinaban a los prisioneros, las duchas (de agua fría, no de gas puesto que era un campo de tránsito y no de exterminio), una sala de afeitado especialmente instalada para la visita de la Cruz Roja y una lavandería donde se desinfectaba con vapor la ropa, hasta llegar a la entrada de un túnel de 500 metros de largo (no apto para claustrofóbicos) que conduce a un campo de entrenamiento y ejecución. Desde allí es posible pasar al lugar donde estaban las viviendas de los jerarcas nazis, con su piscina incluida. En la actualidad, ahí se ha instalado un pequeño cine donde se puede ver el documental La ciudad regalada, con fragmentos de la película que filmaron los nazis en Terezín para disuadir los rumores sobre sus campos de exterminio.
La segunda parada del recorrido es en el gueto judío o Gran Fortaleza, que se organizaba en torno a una plaza central, donde cada edificio tenía una función diferente. Hoy, donde se encontraba la escuela para varones está el interesante y muy conmovedor Museo del Gueto, cuyo primer piso está dedicado a los niños que vivieron en esa casa (de los cuales muy pocos sobrevivieron), y la planta superior se enfoca en la historia del lugar.
Por último, la tercera parte del recorrido te lleva al cementerio judío, el cementerio de los soldados rusos y el escalofriante crematorio, construido en 1942 para procesar la enorme cantidad de cuerpos que generaba el gueto.
Pero antes, justo en la entrada de esta parte del complejo, una enorme piedra –que en la cosmovisión judía simboliza la permanencia– hace un homenaje a las víctimas. Entonces uno piensa cuán importante es que Terezín y todo el horror se instalen permanentemente en nuestras conciencias, para que cada uno de nosotros nos convirtamos en pequeñas piedras que lleven a la humanidad a rechazar el odio definitivamente.
Web oficial: Terezín Memorial
Para hacer el tour: Premiant organiza viajes de medio día desde Praga. El tour dura cinco horas, incluyendo una hora de viaje de ida y otra de regreso. Contacto: +420 606 600 123 www.premiant.cz