Una Navidad en Praga con Mochileros
Entre bostezos y emoción por lo que estamos por vivir nos dirigimos a la Hauptbahnhof de Múnich, donde nos espera a las 10:05 horas nuestro tren con destino a joya de Chequia, Praga. Algo desvelados por el ritmo del viaje, pues ya es el día número 9 de 17 en Europa. Una ruta invernal de París hasta Amsterdam, con un grupo de 26 mochileros locos por viajar a los cuales ya llamamos amigos.
Por: Karla Guillén
Publicado: Enero 08, 2018
Después de varias horas, llegamos a nuestra estación Praha Hlavní Nádraží más emocionados que nunca, caminamos hasta el hostal que queda a 15 minutos a pie y, una vez dejando mochilas, resguardadas nos disponemos a descubrir Praga junto a sus mercadillos navideños sin esperar lo que estaríamos por vivir.
Cuando es Navidad en Praga la vibra de la ciudad se vuelve vino caliente, su gente se abriga de pies a cabeza, el cielo se pinta de gris y copos de nieve caen por todos lados, los pinos y arbolitos se enredan entre luces y destellos de colores y el humo de las salchichas a las brasas se ven por toda la plaza de la Ciudad Vieja. Toda esquina pequeña o grande se convierte en mercado para comprar regalos, el Puente de Carlos deslumbra más que en cualquier otro día del año y las caras de asombro de los viajeros que llegan a celebrar la Noche Buena se sienten en todos los rincones de Praga, haciendo que todo esto parezca salido de un cuento de Navidad.
Nos dirigimos al Puente de Carlos para disfrutar de las vistas espectaculares del río Moldava al atardecer, con esas miles de luces reflejadas en el sutil oleaje que se puede disfrutar como en cámara lenta de la arquitectura emblemática de la Bohemia Central. Después de retomar el aliento, tomamos ruta a pie hasta el Reloj más famoso del mundo por la calle Karlova, absolutamente engalanada por la temporada navideña. Cada tienda y restaurante se encuentra decorado con ese estilo medieval que te deja boquiabierto, nos detenemos sin duda alguna en las que tienen el trdlelnik entre sus bocadillos (si buscas un buen tip, pide que te lo sirvan con chocolate dentro, quita más rápido el frío).
Justo antes de llegar a la Plaza de la Ciudad Vieja, nos detenemos en Malé Náměstí, placita triangular que sirve de antesala al gran mercadillo de Navidad de la Plaza Mayor. Ahí es donde brindamos por el gusto de llegar a mitad de nuestro viaje y disfrutar de tantos momentos juntos. Y nada mejor que un svařák, vino caliente navideño o bien el no tan conocido medovina que es un ronmiel, no importa por lo que te decidas, al final lograrás sentirte como un local más en cuestión de segundos.
Dejamos los tarros y llegamos a la Torre del Reloj astronómico, con vistas a la iglesia de dos torres y a la plaza de la Ciudad Vieja con el mercadillo navideño a más concurrido y bello de Praga. Y de repente nos envuelve completamente el ambiente y la atmósfera de ensueño. ¡Podríamos quedarnos aquí siempre, hermosa Praga! Y descubrimos entonces que su gente es aferrada a sus hermosas costumbres y que los checos no son tan serios como pensábamos, que al caminar por sus históricos adoquines, los niños y familias locales nos sonríen al saber que somos viajeros latinos y, aunque no entendamos ni una sola palabra de lo que hablan, la sonrisa lo dice todo.
Después de probar nuevos sabores para nuestro paladar, nos disponemos a la cena medieval navideña grupal en uno de los escondites secretos de mochileros en Praga. Al entrar por la puerta subterránea, ya se encuentran montados nuestros asientos reservados, al igual que nuestro menú de Navidad. Entre música tradicional y "Cielito Lindo", desde el otro lado del mundo se nos enchina la piel. Entonces recordamos que dejamos atrás los ponches, villancicos y piñatas con dulces mexicanos para descubrir la magia de conocer y disfrutar la Navidad lejos de casa. Un contraste de melancolía por no estar con los tuyos en uno de los días más apreciados por los latinos y a la vez felices, con un millón de sensaciones nuevas por compartir con tu nueva familia mochilera.
El intercambio no puede faltar entre nosotros, los regalitos locales, al igual que los llantos, abrazos y brindis. La emoción de compartir una Navidad diferente y única nos invade por completo. Y ahí juntos, en ese ambiente que nos envuelve como una gran familia mochilera, sabemos que nuestra ruta por Europa aún no termina, que aún faltan otros 8 días de aventuras, pero ya no importa lo que pase después, porque entendemos que la magia de viajar está con quien compartes el viaje viviendo los momentos más increíbles de tu vida. Y todo lo que existe es ese momento, todo lo que existe es Praga con su noche aún joven que nos regala todavía horas por disfrutar. Sin duda, el mejor regalo de Navidad.
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