4 rutas de otoño para desconectar en los bosques checos
La estación otoñal, que revoluciona nuestras retinas con la multiplicación de tonalidades amarillas y cobrizas, llega a todos los rincones de la República Checa. Para demostrarte cómo lucen de espléndidos los bosques checos, hemos elegido cuatro espacios naturales en los que la naturaleza es la protagonista más absoluta.
Por: Pepa García
Publicado: Noviembre 04, 2021
Gran parte del territorio checo está formado por bosques, entornos naturales que en los últimos meses del año muestran su faceta más romántica. Entre tonalidades ocres, amarillas, cobrizas o rojas las copas de los árboles parecen integrarse en lienzos salidos de la imaginación de un artista. Aunque la contemplación de estos espacios es una tentación, nuestra recomendación es que salgas del coche, los recorras, y te sientas parte de los mismos. A continuación te mostramos cuatro lugares concretos que en otoño exhiben todos sus atractivos sin falsas modestias porque saben que son espectaculares.
Hayedos de Jizerské hory. © Matyás Gál
1. Hayedos de Jizerské hory, bendecidos por la Unesco
Este será el primer otoño de los hayedos de las Montañas de Jizerské como Patrimonio Natural de la Humanidad, una buena excusa para visitar este bosque de Bohemia del Norte. Reconocido por la Unesco dentro de la categoría ‘Bosques antiguos y primarios de hayas de los Cárpatos y otras regiones de Europa’, los 4,5 km2 protegidos se sitúan en la ladera nordeste de las montañas y está integrado en un 90% por hayas. Aunque las tonalidades de las hojas de estos árboles, muchos de ellos centenarios, nos conquistan durante los últimos meses del año, en este espacio natural también se debe destacar su carácter intrépido al desafiar las laderas rocosas.
Todo el entorno es magnífico, compuesto por bosques mixtos y hayedos, miradores y una vegetación majestuosa que es realmente la gran protagonista. No existe apenas intervención humana, ni centros de interpretación, sólo la naturaleza y tú mismo, los sonidos del bosque y la soledad de los senderos. Hasta ahora no ha sido un lugar muy transitado por lo que brinda momentos de indudable desconexión. A la zona se puede llegar en coche desde Liberec, y dejar el vehículo en Hejnice o Lázně Libverda antes de emprender la ruta a pie.
Paisaje otoñal de Broumov. © Ladislav Renner
2. Bosques de la región de Broumov
Pueden ser los años, más de ochocientos; las brumas, que aportan misterio; el otoño, que desata la imaginación; o las rocambolescas formas de las piedras, pero la región de Broumov es uno de esos rincones de la República Checa que merece salir del anonimato. Desde los miradores de sus ciudades rocosas se advierte la inmensidad de la naturaleza y la paleta de colores que pinta de colores cobrizos muchos árboles durante esta estación. No hay que desdeñar tampoco la invitación a recorrer, a pie o en bicicleta, sus senderos, las peñas de Broumov, el romántico cañón de Kovářova rokle o la cueva Mariana para localizar rincones idílicos que alegren vuestra galería de Instagram.
Región de Broumov. © Jan Zális
Pero más allá de sus bellos bosques, una escapada a esta zona del este de Bohemia también invita a descubrir retales de arte esparcidos por aquí y por allá, como el barroco monasterio de Broumov, con su intensa vida cultural, o el pintoresco pueblo de Polička, con su castillo y sus casitas de colores. Y si la experiencia se puede compartir con los seres queridos, aún mejor, serán recuerdos para almacenar en la memoria y en el álbum familiar para siempre.
Rincones con encanto de Toulava.
3. El encanto de la región de Toulava
La luz dorada del otoño baña por igual los coquetos pueblecitos, las redondeadas colinas y los profundos valles de Toulava. No dirime entre unos y otros, sino que impregna con la misma dulzura toda esta zona turística situada en torno a Tábor, y en los alrededores de Milevsko y Sedlčany. A medio camino entre Praga y la montaña de Šumava se sitúa un lugar perfecto para vivir el otoño checo, un espacio donde habita la leyenda en cada uno de sus monumentos y castillos, en palacios tan sorprendentes como el de Bechyně o en el claustro de Milevsko.
Haciendo honor a su significado –toulavá significa que deambula o vaga– sus espacios naturales invitan a pasear en bicicleta, a caminar por diversas rutas senderistas, o a curiosear rincones de Tábor como el Museo del Chocolate, el Molino de Housa y el Zeměráj Experience Park (con aldeas medievales, juegos y animales domésticos). Este rincón casi secreto entre Praga y las Montañas de Šumava nunca defrauda.
Ciudad de Bechyně.
4. Pančava, la cascada más grande de Chequia
No es necesario lanzar muchas lisonjas al Parque Nacional de Krkonoše. De todos es conocido su valor paisajístico y que alberga la cordillera y el pico más alto del país, el Sněžka. Sin embargo, en este espacio repleto de crestas planísimas, prados alpinos inundados de flores y misteriosos tremedales, también hay lugar para rutas tan bucólicas como la que transcurre por el valle del Elba. En ella se descubre la catarata de Pančava que parece saltar alegre de peldaño en peldaño mientras cae estrepitosamente 148 metros y salpica alrededor con su blanca espuma. Aunque la cascada se puede visitar durante todo el año, y en cada momento aporta un atractivo diferente, arropada en otoño por el bosque es un lienzo digno de la mejor pintura prerrafaelita.
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