En República Checa usan la misma palabra para decir “cariño” y “oro” (zlato). Así de valioso les parece, como el patrón de todas las riquezas a través del tiempo y el espacio. Así que no extraña que los espacios para arrullarse en el país sean lujosos como grandes palacios, luminosos como los campos de Moravia, líricos como un jardín con esculturas mitológicas o renovadores como el spa en el que tomó cuerpo el joven Werther. El amor flota en el aire en el país y se cuida como un tesoro.
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