Triángulo Balneario de Chequia, relax elevado a la máxima potencia
Con la declaración de la Unesco de Karlovy Vary, Mariánské Lázně y Františkovy Lázně como parte de las “Grandes Ciudades Balneario de Europa”, la República Checa se ha convertido en uno de los países con mayor reconocimiento termal del continente. Si, además de historia, cultura y naturaleza, necesitas una dosis extra de relajación has encontrado tu lugar en el mundo.
Por: Pepa García
Publicado: Septiembre 29, 2021
La bellísima arquitectura de las ciudades balneario de Karlovy Vary, Mariánské Lázně y Františkovy Lázně, y las bondades del agua termal de la República Checa han impulsado su candidatura en la Unesco para conseguir formar parte de la codiciada lista de Patrimonio de la Humanidad en la categoría de ‘Los grandes balnearios de Europa’. De las once ciudades seleccionadas, tres son checas.
¿Por qué es tan merecido este reconocimiento? Por su carácter histórico, ya que desde principios del siglo XVIII surgieron, alrededor de los manantiales de agua termal, balnearios destinados a tratar diversas dolencias. Por ser un lugar de intercambio cultural, a estos magníficos centros acudía una clientela internacional donde los conocimientos e ideologías se ponían en común. Y, también, por todo el escenario que se desarrolló en torno a los mismos: mansiones, jardines, casinos, teatros, paseos y fuentes de las que manaba el agua milagrosa.
Tratamiento termal en Mariánské Lázně. © Žentel Lukáš
Circuito termal imprescindible en Chequia
La mejor manera de conocer el Triángulo balneario checo es organizar una escapada de bienestar que parta desde Praga y se interne en Bohemia del Oeste para recorrer las ciudades balneario de Karlovy Vary, Mariánské Lázně y Františkovy Lázně y todo su magnífico entorno. Cualquiera de ellas representa un campamento base perfecto para conocer la región de las aguas milagrosas.
Karlovy Vary
El ambiente señorial y la elegancia que emana de Karlovy Vary traslada al viajero a otras épocas donde las damas llevaban sombrillas y los caballeros lucían sombrero. Según dicta la leyenda esta ciudad fue fundada por Carlos IV (de ahí su nombre) en el siglo XIV, quien descubrió fortuitamente la magia de sus aguas durante una cacería. Muchos han sido desde entonces los que se han acercado hasta aquí para probar sus efectos beneficiosos, sobre todo para combatir problemas en los aparatos digestivo o locomotor, y los trastornos metabólicos. Los principales visitantes eran de la esfera política, social y artística. Por allí se dejaban ver, entre otros, Paganini, Casanova o Mozart.
Bonita arquitectura de Karlovy Vary. © Renner Ladislav
Caminar despacio por las columnatas y beber agua mineral de alguna de sus 12 fuentes es un ritual que conecta con el pasado, y que invita a abrir un paréntesis en la rutina. Ese tiempo que nos regalemos se debe aprovechar para probar las ricas obleas artesanales de la ciudad, conocer el Museo de Jan Becher –el creador de Becherovka, el licor checo más famoso–, y observar cómo se trabaja el vidrio en el taller del Museo del Cristal de Lujo Moser, el “cristal de los reyes”. Y al atardecer, una experiencia emocionante es llegar en el funicular Diana hasta el mirador del Salto de Ciervo para admirar la ciudad a vista de pájaro. A sólo unos minutos de Karlovy Vary se localiza una visita imprescindible: la población de Loket, que luce un bonito casco antiguo y acoge un majestuoso castillo gótico, donde ver una exposición de instrumentos de tortura y una amplia colección de porcelana.
Tomar las aguas gratuitamente de las fuentes de Karlovy Vary es sólo uno de sus atractivos. © Czech Tourism
Mariánské Lázně
En un segundo plano, debido a la fama de Karlovy Vary, la ciudad balneario de Mariánské Lázně es uno de los grandes secretos termales de Chequia. Su elegante arquitectura, teñida de blanco y amarillo, se prodiga en casas de baños, hoteles, columnatas y templos que custodian los secretos de aquella burguesía de mediados del siglo XIX que tanto la transitaba. Personalidades como Chopin, Goethe o Wagner eran sólo algunos de sus asiduos. Incluso fue el lugar de encuentro del rey británico, Eduardo VII, y el emperador austrohúngaro Francisco José I. El viajero tiene allí la oportunidad de emular a monarcas como George VII y rendirse al placer de recibir un tratamiento en la Cabina Real del complejo Nové Lázně, que permanece exactamente igual que estaba en 1905.
La magia de este lugar se la debemos a Johann Josef Nehr, médico del cercano monasterio de Teplá, ya que fue él quien descubrió los beneficios de los más de 160 manantiales de la zona. En la misma ciudad de Mariánské Lázně existen ahora más de 50 fuentes minerales de agua fría que son beneficiosas para tratar dolencias digestivas, respiratorias, nerviosas o renales. Hasta aquí también acudían, atraídos por su fama, personalidades como Kipling, Edison o Twain.
Elegante columnata de Mariánské Lázně. © Renner Ladislav
Hoy día los visitantes disfrutan con los nuevos tratamientos de los balnearios y también con placeres sencillos como caminar por la Columnata Principal y escuchar la melodía de la cercana Fuente Cantante, que lanza al aire cada hora impar melodías de compositores reconocidos. En los alrededores se puede visitar el monasterio de Teplá, del siglo XII, y el palacio de Bečov nad Teplou, que alberga el relicario de San Mauro, uno de los más bellos ejemplos de arte medieval europeo.
Františkovy Lázně
Esta es la ciudad más pequeña del Triángulo de las Ciudades Balneario de Bohemia Occidental pero no tiene nada que envidiar a sus hermanas mayores, incluso el poeta alemán Goethe la calificó como el “paraíso terrenal”. Recibe este nombre en honor al emperador austríaco Francisco I, que la fundó a finales del siglo XVIII. El efecto terapéutico del agua termal y de la turba (aquí se fundó el primer balneario del mundo que empleaba la turba con fines terapéuticos) impulsaron el crecimiento de elegantes paseos y arcadas clasicistas en la población. Františkovy Lázně se ganó pronto un hueco de honor en el circuito termal europeo de personalidades influyentes y de artistas. No era raro ver por allí a Johann Strauss, Franz Kafka, Ludwig van Beethoven o al príncipe Klemens von Metternich.
Františkovy Lázně, una de las ciudades que integran el Triángulo Balneario de Chequia. © Renner Ladislav
A sus santuarios de bienestar se acudía a recuperar la energía perdida, a regenerar el cuerpo y a darle descanso a la mente. Una curiosidad es que Františkovy Lázně tiene como símbolo a un niño desnudo, conocido como František, y sobre el que asegura la leyenda que aquella mujer que le toque quedará embarazada. Pero no es lo único que se puede hacer allí, también es aconsejable visitar la casa donde se hospedó Beethoven o incluso pasar un día divertido en el parque acuático Aquaforum, con piscina, cuevas acuáticas, saunas, hidromasajes y un campo de vóley-playa.
Dos lugares esenciales desde Františkovy Lázně son la preciosa ciudad de Cheb, con sus casas con entramado, y la Reserva Natural de SOOS, donde observar volcanes de lodo.
František, la escultura más conocida de Františkovy Lázně. © Renner Ladislav
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