Praga de la mano de Petr Ginz, memoria de una víctima del Holocausto
“Lo que resulta ahora totalmente corriente, hubiera sido motivo de escándalo en una época normal”, narraba Petr Ginz en su diario. Sus recuerdos y sentimientos también se han trasladado al escenario e incluso pueden formar parte de tu próximo viaje a Praga. Te invitamos a seguir los pasos de Ginz por algunos espacios de la capital checa.
Por: Pepa García
Publicado: Mayo 31, 2022
Viajar al pasado puede tener sus pros y sus contras, hacerlo a la Praga de 1941 representa revivir la desigual existencia de millones de personas que se enfrentaban a una oscura etapa histórica donde la crueldad se había instalado en parte del mundo. Ese momento es el que recoge ‘Praga, 1941. Jóvenes rubios no paran de gritar frente a mi casa’, una adaptación teatral de ‘Los diarios de Praga, 1941-42’. El autor de esa memoria, Petr Ginz, a quien muchos comparan con Anna Frank, fue una víctima del Holocausto, un adolescente que dejó sus pensamientos, cavilaciones y sueños sobre el papel. De Petr, de esos trágicos momentos y de cómo recordarlo cuando viajes a Praga te hablamos a continuación.
Los hermanos Petr y Eva Ginz.
Quién fue Petr Ginz
El autor de ‘Los diarios de Praga, 1941-42’ fue un niño sensible y con talento que nació en 1928, una de esas personas inquietas y polifacéticas que tan pronto escribía un diario como una novela o esbozaba un dibujo. Ese jovencito en 1941 tenía sólo trece años y, ni de lejos, podía intuir lo que le esperaba. Te ponemos un poco en contexto: la ocupación nazi comenzó la noche del 14 al 15 de 1939 estableciendo el Protectorado de Bohemia y Moravia, un territorio que coincidía con la actual Chequia a excepción de la región de los Sudetes, entregada al Tercer Reich cumpliendo el tratado de Múnich.
Las consecuencias de la invasión alemana no se hicieron esperar, se inició de una forma sistemática la persecución y aniquilación principalmente de judíos, más seis millones fueron asesinados (un millón de ellos, niños). El genocidio comenzó entre finales de verano y comienzos de otoño de 1941. Un año después alcanzó su momento culminante. Ese periodo es el que recoge Petr Ginz en su diario.
Foto familiar de Petr y Eva Ginz.
Una familia judía en Praga
El nacimiento de Petr Ginz en una familia judeo-cristiana determinó su futuro. Su padre era judío, su madre, no. Tuvo una sola hermana, Eva. Ambos crecieron rodeados de cultura, instalados en una vida cómoda y un entorno agradable que les hizo evolucionar de una forma libre. Con sólo 11 años, Petr terminó su novela “Visita desde la Prehistoria”, historias de aventuras al estilo de Julio Verne. Esa fantasía cedió paso en 1941, sólo dos años después, a la narración de su realidad, de su día a día, en un diario. En sus páginas deja testimonio escrito de la situación política, los recortes de derechos de los judíos (incluso tuvo que dejar de ir a la escuela con niños no judíos), la expulsión de la ciudad de sus amigos y el transporte en trenes hacia lugares desconocidos.
Al cumplir los 14 años, Petr también fue forzado a abandonar Praga. Llegó al gueto de Terezín en octubre de 1942, al Hogar de niños 1, que estaba bajo la dirección pedagógica de un profesor de Brno, Valter Eisinge. Durante los dos años que permaneció allí su mente se mantuvo activa, no dejó de crear. Escribió numerosos poemas, varias novelas, e, incluso creó la revista Vedem, donde publicaba sus pensamientos, historias del gueto y, a veces, poemas. Se comenzó a interesar por materias filosóficas, de ciencias e, incluso, por el budismo. Aun siendo tan joven organizaba conferencias clandestinas, con otros invitados, para exponer temas que le interesaban.
Su hermana Eva llegó a Terezín en mayo de 1944, casi dos años después. Sin embargo, sólo estuvieron juntos hasta septiembre de ese mismo año, ya que enviaron a Petr y a su primo Pavel en un misterioso “transporte hacia el Este”. El destino final era Auschwitz-Birkenau. Su estado de salud en ese momento era delicado y cuando fue examinado en el campo de concentración le mandaron directamente a la cámara de gas. Sólo tenía 16 años. Sus padres y su hermana sobrevivieron.
Cartel de la obra "Praga 1941".
Un terrible accidente y un encuentro azaroso
Continuamos con la historia de este joven judío pero damos un salto hasta 2002. Ese año fue lanzado al espacio el transbordador Columbia, una nave pilotada por un astronauta israelí, Ilan Ramon, que decidió llevar consigo un recuerdo del Holocausto. El motivo elegido fue un dibujo en el que se veía el planeta Tierra desde la luna, cuyo autor había sido Petr Ginz. La nave desgraciadamente explotó en 2003 y entre las imágenes que pasaron en televisión apareció el dibujo de Petr. Su particular estilo le resultó familiar a un telespectador, Jiri Ruzicka. Este joven había encontrado dibujos similares y un diario en el desván de la casa donde vivía en el barrio Modrany de Praga. La historia no terminó ahí sino que el joven, ayudado por asociaciones judías, logró localizar a Eva, la hermana de Petr, que había emigrado a Israel y que ahora se llamaba Chava Pressburgerová. El escrito, con algunos recuerdos y varios artículos de Eva, fue publicado en 2006 bajo el nombre de ‘Diario de mi hermano’ por la editorial checa Trigon. Esta reveladora y triste memoria ya ha sido traducida a 14 idiomas, en español lo encontrarás en la editorial Acantilado.
Hoy día, ciertas líneas de su diario parecen cobrar nuevamente vida:
“Esto pasará pronto; a Hitler le va fatal en Rusia. Pero esto que oyes son los gritos de sus cachorros enfrente de nuestra casa, cantando sus himnos. Mamá tiene miedo de que salgamos a la calle y nos den una paliza. La realidad ha cambiado de la noche a la mañana: primero una restricción pequeña, luego otra… Hay que estar alerta porque puede suceder algo muy gordo, muy triste o muy salvaje delante de tus narices y que tú ni te enteres”.
Escena primera de la obra "Praga 1941", con Raúl Pulido en el escenario.
Del papel a los escenarios
El diario de Petr ha sido adaptado por el dramaturgo Paco Gámez, que ha creado un emotivo monólogo. La dirección está a cargo de José Luis Arellano y es interpretado por Raúl Pulido y Fernando Sainz de la Maza, que alternan funciones. Aunque en escena sólo aparece un actor, son varios los personajes que encarna, el astronauta, el propio Petr o el joven que encontró el diario. Cada uno comparte sus impresiones del momento que le ha tocado vivir. La música, las voces y la iluminación juegan un papel fundamental en la escenografía de esta obra de LaJoven. “Praga, 1941. Jóvenes rubios no paran de gritar frente a mi casa” fue estrenada en Madrid en 2022 y vuelve a la capital en 2023. Consulta su agenda.
Un dato que se debe resaltar es que la compañía LaJoven añade un plus a sus obras ya que realiza funciones para grupos escolares, a cuyos centros se les ha proporcionado previamente unas fichas didácticas. La obra se complementa con la exposición ‘Eterna continuidad’, formada por siete collages creados por Chava Pressburgerová, la hermana de Petr Ginz, que aún sigue viviendo en Israel.
Quinta escena de "Praga 1941".
Praga de la mano de Petr Ginz
En ‘Diarios de Praga’, Petr narra su rutina, encuentros, anécdotas... muchas veces asociados a los lugares donde suceden los hechos. Algunos de ellos los podrás visitar en tu viaje a Praga.
Catedral de San Vito
La Catedral de San Vito, situada dentro del recinto del Castillo de Praga, merece ser admirada por muchos motivos, por sus dimensiones, por su impresionante gótico, porque su construcción tardó más de mil años... Sin embargo, hay una razón por encima de todas las anteriores. Este gran templo es el símbolo espiritual de la nación checa y, como tal, también es recordado en el diario de Praga.
“Domingo, 29 de marzo de 1942. Por la mañana en casa. No suenan las campanas porque los alemanes las quitaron todas, seguramente las fundirán para hacer cañones. Solo dejaron las de Segismundo, en la catedral de San Vito, que es ahora la única campana de Praga”.
En tu visita al castillo reserva un buen rato para observar las entrañas de la Catedral, las joyas de la Corona situadas en la capilla de San Venceslao, las tumbas de Carlos IV y San Juan Nepomuceno. Las luces que se cuelan por las vidrieras por la tarde crean una atmósfera mágica, tan sorprendente como las vistas desde la torre sur de la catedral.
Catedral de San Vito, en Praga. © Prague Tourism
Río Moldava
Con 430 kilómetros, el río Moldava (Vltava, en checo) es el más largo de la República Checa y, además de atravesar el país, también divide Praga en dos partes. Algo que podría verse como un inconveniente, realmente se ha convertido en un atractivo turístico que permite disfrutar de puentes monumentales como el de Carlos, escenas bucólicas y numerosos cruceros. Si eres amante del jazz, incluso podrás disfrutar de música en alguna de las embarcaciones que navegan al atardecer, y si prefieres algo más activo, alquila una barca con pedalina y recorre el cauce a tu ritmo. Como curiosidad te contamos que incluso el compositor checo Bedrich Smetana le dedicó un poema sinfónico al río.
En Diarios de Praga se menciona el río en numerosas ocasiones, entre ellas:
“Por la tarde en Troja. El Vltava está desbordado y a pesar de eso vi pasar una barca cargada con unas treinta personas. Sigue helando bastante, pero el sol ya empieza a brillar”.
Paseo en bicicleta por la ribera del río Moldava. © Bedna Film/ Turismo de Chequia
Campo de concentración de Terezín
Construida como fortaleza por el monarca José II, lleva el nombre de su madre, la emperatriz María Teresa. Sin embargo, acontecimientos históricos posteriores hicieron que su nombre quedara grabado a fuego por funcionar primero como prisión, y luego, en la 2ª Guerra Mundial, como gueto y campo de concentración judío. En este lugar estuvo recluido Petr Ginz durante dos años. Una visita a Terezín, en la que se visite el Memorial dedicado a las víctimas del Holocausto es una cita obligada para cuantos quieran hacer la ruta de Petr Ginz en Praga. Formado por un complejo de edificios, allí podrás ver los barracones, la capilla y el museo del Gueto. También se han conservado parte de las creaciones de quienes combatían el dolor con arte y creatividad.
Campo de Terezín desde el aire. © Turismo de Chequia
Troja, añoranza de una vida tranquila
Otra de las zonas a la que Petr hace alusión en su diario es a Troja... “¿Troja? ¡Troja! Aún hay barcas en Troja, una vez mi padre…” Los recuerdos del joven le llevan a un momento en el que la vida transcurría tranquila en ese barrio situado en la ribera del río Moldava. Aunque no es uno de los lugares más conocidos de Praga, merece la pena acercarse para conocer el palacio barroco de Troja, que se dice que fue construido evocando el ambiente de Roma, el zoológico municipal y un interesante jardín botánico repleto de especies exóticas.
Palacio de Troja durante la vendimia de Santa Clara. © Turismo de Chequia
Atardecer desde Petřín
Entre los mejores lugares para ver atardecer sobre Praga se encuentra la colina de Petřín, que tiene un bonito mirador inspirado en la parisina torre Eiffel. Esta es otra de las visitas que te proponemos incluir en un recorrido por la Praga de Petr Ginz, ya que incluso le dedicó un poema durante su estancia en Terezin:
“Cuánto tiempo hace ya / que vi por última vez / ponerse el sol sobre Petrin / Hace ya un año casi que estoy en este agujero / con apenas un par de calles en lugar de tus avenidas. / Como un animal salvaje encerrado en una jaula”.
La lista de lugares que menciona el joven en su diario podría extenderse mucho más, pero los restantes los dejamos para próximos artículos.