Érase una vez el Paraíso Checo...
A una hora de Praga hacia el norte existe una zona de bosques y formaciones geológicas desconocidas e impresionantes. Un lugar lleno de magia, de castillos y de miradores. Y también es guardián de algunos curiosos secretos.
Por: Joaquín del Palacio
Publicado: Octubre 11, 2018
La UNESCO declara geoparque a aquellos paisajes naturales cuya geología sea singular e interesante y que se gestionen de modo sostenible; además, en algunos casos, estos sitios son verdaderamente espectaculares. Todas estas características las cumple a la perfección el Geoparque del Paraíso Checo un escenario de cuento.
Un castillo mágico
Un viejo camino trazado en el siglo XIX, por el que se accede hasta el castillo de Valdsjtein, atraviesa un precioso bosque de árboles gigantes al amparo de un paisaje sobrecogedor de formaciones de roca arenisca. A través de los árboles se vislumbran sus muros y un puente flanqueado por esculturas, es el acceso a la fortificación.
Esta fortaleza fue preparada para las visitas en el siglo XIX por el atractivo mágico que ya ostentaba. Su aspecto romántico atraía visitantes en los albores del turismo. Está excavado en la roca y, a la vez, edificado sobre ella con recovecos y escaleras que, al subirlas, ofrecen unas vistas que dominan la espesura y el gran valle. En la lejanía se atisban, las ruinas del castillo Trosky, sobre dos peñascos volcánicos, que marcan la dirección a seguir en la ruta para descubrir sus tesoros...
Duendes que te observan
Hay que emboscarse caminando entre esos gigantescos árboles y poco a poco, como un hechizo forestal, la misma magia que envuelve los abruptos relieves de la arenisca (60 m de altura) hechizará tus pasos...
Colores, aromas y sonidos se sienten en el vericueto de las rocas que desafían la gravedad, en una combinación de esbeltez y rudeza. En las paredes del laberinto pétreo se asoman, observándote, unos duendes de piedra silentes e inmóviles. Son unos bajorrelieves que esculpió Kopic, entre los años 30 y 70 del siglo XX; un eremita y artista que vivió en la naturaleza, en su casa de madera, dejando su arte sobre las rocas.
Contemplando el bosque
Esta joya geológica se puede divisar desde sus miradores. Admirando las formaciones con decenas de metros de altura y con nombre propio: el Director de Orquesta, la Mano del Diablo (en la que vivió una población celta) o la Esfinge. Desde arriba, incluso las altísimas hayas o coníferas parecen formar parte de una maqueta que se completa con el arboreto Bukovina que alberga varios ejemplares singulares.
Al caminar por la parte baja las imágenes de estos gigantes pétreos impactan aún más. Este laberinto de colosos oculta un resquicio llamado el Agujero del Ratón con una larga escalera que se pierde en la oscuridad...
Hagamos como Alicia: ¡sigamos al conejo blanco! Al fondo se vislumbra claridad. Este sitio parece meterse en el interior de la pared de roca, pero no, asciende por una grieta hasta la parte alta donde se encuentra un conjunto palaciego: el palacio de Hrubá Skála. El cuento no ha terminado aún.
Un palacio de fábula
Este precioso edificio histórico es especial por su historia, por su situación y por lo que ofrece. Tras explorar el geoparque desde el interior es bueno salir y divisar el paisaje desde lo alto, desde la terraza de este castillo-palacio.
El castillo hotel Hrubá Skála tiene un buen restaurante con buenos productos y se pueden disfrutar en la terraza viendo la bella panorámica que la naturaleza ofrece. Además de comer, uno puede alojarse e, incluso, descansar y relajarse en un spa extraordinario.
¿Qué más se puede pedir para finalizar este cuento?
Muy cerca:
-Museo de Joyería de Turnov
-La Torre Jested,un icono de la arquitectura.